Mi año 2019

2019: Mi año de tierra

Acabo de descubrir que no llegué a publicar mi entrada de 2018. Creo que justamente eso resume lo que fue ese año: un período muy bueno, pero de mucha corredera. Recuerdo incluso que los propósitos de 2019 los escribí avanzado de enero de este año. El cierre de 2018 no me dio tiempo de nada. Fue una época productiva pero de trabajo durísimo. Eso sí, terminó con la mejor recompensa: Mi familia aquí casi en pleno. Despedimos el año juntos, pasamos por mucho, y recibimos 2019 juntos también. No podía pedir nada más.

Mi año 2019

Por supuesto, tras el terremoto que fue 2018, uno de mis principales deseos era poder vivir un 2019 más tranquilo, tomando también mejores decisiones laborales y personales. Hoy estoy feliz porque lo logré. 2019 ha sido un año para concretar muchísimos pendientes, para poner cosas en orden, cosechar, recoger y materializar. 

Mi año 2019

Fuente: Unsplash

La familia, la raíz, Venezuela

El principio de 2019 no me lo dejaba muy claro. Fue una auténtica montaña rusa de emociones. Aún sin terminar de procesar el final del año anterior, me vino de sopetón. Primero, la alegría de estar con los míos, de tener aquí a mi familia. Luego, pasamos juntos (menos mal) una de las pruebas más complicadas que pasamos quienes estamos fuera de nuestro país: la muerte de una persona querida en la distancia. Tuvimos que despedir desde aquí a mi tía Mercedes. Esa misma noche, mi papá y yo salimos a bailar… Sí, por ella, por la vida, por la muerte; como homenaje, como despedida; como celebración de que estamos vivos; con la desesperación de que también pronto nos íbamos a despedir porque mi papá volvía a Caracas. Todo esto en un momento muy convulso en Venezuela: marchas, protestas, la esperanza de un posible cambio de Gobierno… Tuve que despedir a mi familia así, con la angustia de saber que volvían a un lugar cada vez más incierto. Entre las ganas de disfrutar con ellos hasta el último momento de su viaje; la tristeza de querer retenerlos conmigo -y la imposibilidad de hacerlo-; la impotencia de no poder lograrlo; y el miedo de lo que les esperaba. Pasaron semanas y meses allí sin servicios básicos… gastando gasolina para movilizarse, encontrar cobertura y poder tranquilizarme con un ¨estamos bien¨. Fue un inicio de año duro (por supuesto ni un cuarto de lo duro que fue para ellos estando allá), confrontando muchos miedos y emociones… Sintiendo incluso la culpa de estar bien cuando tú familia lamentablemente no lo está.

No quería ilusionarme demasiado con la idea de la libertad en Venezuela. Desde que llegué a España había guardado esas ilusiones en una caja fuerte con candado y llave pero fue imposible. Imposible no ilusionarse porque parecía que sí, que lo lográbamos… Las noticias, los reencuentros en las concentraciones con mis compatriotas, las celebraciones prematuras… Estuvo cerca. Tan cerca que todos esos sentimientos que guardaba sobre Venezuela salieron a flote con mucha fuerza. Soñé muchas noches con Caracas. Recuerdo un sueño muy nítido en el que iba a visitar la tumba en la que están mi abuela y mi bisabuela. Era un sueño tan realista que podía ver la ciudad en pleno desde la montaña del cementerio, olerla, sentirla… Era Caracas en toda su inmensidad. Era claramente una vuelta a las raíces que necesitaba también. Soñaba también despierta haciendo planes de posibles viajes a Venezuela que haría muy pronto. Quería que Nacho pidiera sus vacaciones para llevarlo -al fin- a mi casa. Pero no pudo ser. La luz se apagó con la misma fuerza que se encendió y volvió todo a esa tensa calma en la que parece que no pasa nada pero pasa de todo. Venezuela no solo no avanza sino que retrocede cada vez más y crece la impotencia de no saber qué podemos hacer para ayudar a nuestra gente, ni cómo hacerlo.

Si puedo sacar algo bueno de eso es que está claro que necesitaba procesar también esas emociones. Tenía que romper la caja fuerte, ser un poco más valiente y enfrentarme a lo que hay. Lloré muchísimo; soñé; reí, recordando las cosas más bonitas; y sigo esperando ese momento. Como todos los que estamos fuera, quiero seguir luchando para ayudar en lo que pueda; y, quiero pensar, que me estoy preparando para ser una mejor persona cuando mi país me necesite y para la fiesta más ARRECHA que viviré jamás.

Mi año 2019

Fuente: Unsplash

Hermanos

Ha sido también un año marcado por muchos descubrimientos con dos de las personas más importantes de mi vida: mis hermanos. Los amé, los extrañé, me volvieron loca por momentos… Todo con la intensidad que nos caracteriza a los tres.

Comencé el año disfrutando de un mes entero con mi negrito, con nuestras idas al cine, discusiones frikis sobre series y unas cuantas sesiones de fotos por Madrid. Qué sola me sentí en casa cuando se fue. El vacío era real. La casa entera olía a su perfume y tenía que volver a comer sola.

A mitad de año llegó Dani. ¡Al fin! Parece mentira que ya llevamos medio año arropadas con su melao y con sus locuras. Volví a verlo hacer lo que le gusta y disfruté mucho animando desde las gradas. Soy más feliz por tenerlo aquí y poder volver a compartir tantos momentos juntos.

En el camino también he tenido que soltar. He descubierto que ya no son más mis hermanitos. Son dos hombres -con mucha personalidad- tomando sus propias decisiones. Espero que los lleven al mejor sitio posible y siempre estaré allí por si necesitan mi apoyo. Es increíble cómo llenan mi mente, mi corazón y el espacio vital con su presencia y su compañía.

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Las respuestas

Este año de tierra me hizo tocar fondo en algunos sentidos… pero aprendí a moverme cómoda en ese elemento, cosa que antes no se me daba muy fácil, y pude sacar provecho. Coseché cosas para mí y las conseguí.

Volviendo a un orden más cronológico, en febrero, mi mes -por supuesto-, saqué un poco la cabeza de ese mar de emociones para respirar, evitar ahogarme y decir: Ha sido duro, hay mucho que procesar, puede que necesite ayuda, pero tengo ganas ya de empezar a construir y de volver a mí, y a lo que está dentro de mí.

Esas pequeñas decisiones me dan el aire que necesito y ahora lo sé. Fui a Mallorca a sacarlo todo junto al mar con mi amiga Vero. Conocí nuevas partes de la isla. Respiré mucho.

Celebré San Valentín con mi amor –y su cumpleaños– en una ciudad muy romántica: Praga. La descubrí en uno de los viajes más divertidos que hemos hecho, lleno de detalles y de carcajadas por todos lados. Nos pegamos un fiestón épico que incluyó: chupitos brindando con extraños; comida local; baile de flamenco que terminó en el aplauso de turistas y locales (sí, fingimos ser de Sevilla por una hora); tour de auténticos bares checos; bailes sobre la mesa; y hasta un adoquín de recuerdo.

Este año viajé mucho y casi en cada viaje me reencontré con alguna amiga y tuve muchas historias que contar (viejas y nuevas). Hablé más claro que nunca y fui un poco menos complaciente con los demás. Hay cosas que ya no hice este año. Necesitaba usar ese tiempo para mí. 

En febrero hice también uno de los mejores viajes de mi vida: Brasil. Siempre había querido ir y este viaje fue perfecto porque surgió de la nada, como una aventura tan especial como inesperada. Después de varios años de invierno, pude volver a celebrar mi cumple en la playa. Literalmente. Desayuné un auténtico açaí frente al mar; me pasé el día dentro del agua de una playa de Búzios con una caipirinha en la mano, rodeada de amor y amigos de verdad; recorrí en chanclas un pueblo playero, jugué en los columpios; me compré un tanga (porque Brasil, claro) que luego me atreví a usar muchas más veces; tomé agua de coco; me bañé en una piscina calentita por la noche; y me cantaron cumple todo el rato gracias a los detalles de mi amiga Rebecca, la mejor anfitriona que pudimos tener.

Yo al 100%. Amamos la comida de Brasil y Río me regaló guiños constantes a Caracas: sus montañas, sus calles, sus chucherías, su gente.

En este viaje, cómo no, me aficioné al brilli brilli y a la purpurina. Después de él, ya no me concibo de una forma que no sea brillando. Vivimos a tope la magia del Carnaval y nos dejamos atrapar por completo. Nos mezclamos con los locales, nos perdimos en las calles, bailamos bajo la lluvia al ritmo de una música que no entendíamos mucho pero que tampoco hacía falta. Alucinamos con los sonidos, los colores, y con la ilusión en las caras de tanta gente. Amanecimos bailando en la pista -otra vez bajo la lluvia- en pleno Sambódromo.

Al llegar de Brasil, mi mami me recibió con una fiesta sorpresa repleta de la más rica comida venezolana y con la casa llena de afectos. Celebré mi cumple como por dos semanas. Lo necesitaba.

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Fuente: Unsplash

El amor

Como en años anteriores, Nacho está en el top de mi año. Es lo más bonito y mi mejor apoyo. Gracias por enamorarme y enseñarme todos los días. Gracias porque has ESTADO allí desde el primer día hasta el último.

En marzo celebramos nuestro 6to (se lee SEXTO) aniversario en Tenerife. Honramos esa bonita idea (que se nos está volviendo tradición) de ir a Canarias en el primer trimestre del año. Aún me parece magia montarme en un avión, quitarme el abrigo y tomar el sol por un fin de semana. Tuvimos las mejores vistas posibles e hicimos excursiones de las nuestras para ir a buscar un helado. Nacho encontró por un momento ¨su lugar en el mundo¨.

También en Tenerife tenemos amigos que visitar. Gracias, Lucía y Manu.

Vimos a Venezuela ganar a Argentina en directo, en Madrid, en un amistoso de fútbol y volví por ese rato también a las gradas de algún estadio en Caracas. A Nacho le encantó.

Fuimos a Valencia y, aún con frío, caminé descalza por la playa para desconectar del resto y reconectar conmigo un rato.

Este también ha sido un año de cambio de hábitos (amor propio). Cociné muchísimo, experimenté. Algunos experimentos salieron mejores que otros pero me he dado el tiempo y el lujo de hacerlo con mucho amor para mí, porque me lo merezco. Me adentré mucho más en el mundo de la comida real y saludable y he recorrido un buen camino. He aprendido mucho y me hace muy feliz haber incorporado tantas cosas valiosas para alimentarme mejor. Busqué la ayuda de un Nutricionista para perfeccionar y ha sido una buena idea. No escatimé en cuidarme y también lo disfruté.

Incorporé el animal print y encontré nuevos sitios favoritos. Cuidé mucho más mi piel, me arreglé más y mejor (aunque aún hay retos aquí para mí) pero me quedó un un gran triunfo: incorporé totalmente el ejercicio a mi vida. Esta meta me la puse por muchos años sin cumplirla. Llevaba varios años cumpliéndola parcialmente. Pero ahora sí que sí. Fui capaz de crear las oportunidades y de no abandonar (me). Cumplí ya un año y medio boxeando y sigo enganchada.

Fue un año en el que saldé muchas cuentas pendientes con mi salud. Fui a todos los médicos / especialidades y terminé muchas diligencias acumuladas.

Desde que vivo en Madrid este ha sido el año más lluvioso, incluyó días locos de granizo en abril y tormentas en verano. Me alegré por el agua. Me enamoré cada día más de la ciudad. Conocimos más bares en el barrio.

Celebramos que los sobris están cerca y cada vez más grandes. Celebramos unos cumples preciosos y dimos la bienvenida al mundo, y a la familia, a Javi, nuestro nuevo sobrino. La familia ha crecido por varios lados y yo he podido seguir cultivando su cariño. Tengo un nuevo tesoro: el amor de un montón de sobrinos que antes no tenía. Pasamos muchos momentos bonitos con ellos. Este año he jugado con muchos niños a nuestro alrededor y he tenido conversaciones muy interesantes con ellos. (No, aún no me los quiero llevar a mi casa, ni nada de eso, relax)

He archivado en mi memoria momentos preciosos en familia y con amigos.

Celebramos en Chiclana la despedida de solteros conjunta de amigos muy queridos y, como ya es tradición, el verano.

Fuimos a Tarragona a la comunión del pequeño Nacho.

Celebré el Día de las Madres con mi mami, por todo lo alto, en Madrid, y creo que ha sido un año bonito para las dos en el que nos hemos dado mucho cariño y nos hemos unido mucho. Soy feliz por contar con ella, su apoyo constante y tenerla tan cerca y sana.

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El cerdo de tierra

En el año del cerdo de tierra buscamos piso y encontramos. Materializamos un proyecto importante. Encontramos ideas, formas de hacer las cosas y lo conseguimos. Fuimos a nuestra primera reunión de vecinos. Nos metimos a todos en el bolsillo 🙂

Volví a tener 13 años en el concierto de los Backstreet Boys.

Volví a Mallorca y pude disfrutar de la playa con Vero, Vicky, y nuestras conversaciones lindas y profundas. Me bañé en el agua helada y me sentí renovada.

Este año brindamos por muchos nuevos proyectos de Nacho. Estoy cada día más orgullosa de sus logros. Viajamos mucho por su trabajo y fue una suerte poder irme con él a todos lados. Desarrollamos nuevas rutinas en hoteles, convertimos restaurantes y salas de reuniones en oficinas, dimos muchos paseos lindos por las noches, entrenamos en muchos gimnasios. Fui súper productiva de viaje. Trabajé, adelanté, pero me di también el tiempo para disfrutar.

Conocí el Puerto de la Cruz, sus playas negras mágicas y esas vistas al Atlántico. Conocí un trocito de Gran Canaria y caminé siempre por la orilla del mar.

Baleares y Canarias me regalaron unos paseos preciosos mientras Nacho trabajaba. Me sentí muy libre.

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Fuente: Unsplash

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro

Me pude reencontrar y acercar mucho más a mi amiga Daniela y hasta celebramos su cumpleaños juntas. Mathi me robó el corazón y pude disfrutar mucho de sus abrazos y su dulzura.

Tuve la enorme suerte de recibir la visita de mis mejores amigos: Ricky y Anto. Fui muy feliz de ser escala en su viaje y de esos ratos que compartimos. Nos recargamos.

Este año no ha sido la excepción, seguimos saliendo mucho y disfrutándolo cada vez más. Socializamos, hablamos hasta con las piedras y vamos pa donde nos inviten.

Nos visitaron también nuestros amigos Óscar y Ronny. Comimos ¨veganito¨ y nos reímos mucho.

Pude asistir a la graduación de Vicky. Como era de esperar, todo terminó a su manera y acabamos celebrando en un karaoke. Fue una gran noche.

También fui a los conciertos de Juan Luis Guerra (no bailamos casi jaja) y Manuel Carrasco; una belleza ver a Manu llenar el Wanda Metropolitano con tan buena energía después de verlo en un concierto mega íntimo en Caracas cuando tenía 18 años.

Fuimos a Berlín y volví a sentir su magia. Trabajamos mucho pero disfrutamos un montón. Por supuesto, tour de bares random, mucha historia y un bonito regalo: Reencuentro con mi amiga Mary, del colegio.

No faltamos tampoco a la feria de Ciudad Real.

Ayudamos a hacer mudanzas.

Despedí a Kenia y Kano. Curiosamente, la despedida nos unió aún más.

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Aniversario 2

Aprovechamos un regalo de bodas que nos quedaba (Gracias Rosana y Jesús) y pasamos una tarde diferente en Madrid, con tormenta de verano incluida. Así empezamos a celebrar nuestro segundo aniversario de casados que terminó con un viaje a Mauricio. Fue un acierto total: descansamos, caminamos por la playa, paseamos en barco, nos deleitamos con vistas increíbles, conocimos gente genial, comimos muy rico, hicimos nuestra primera clase de kite surf, bailamos cada noche -solos- en la discoteca, nadamos, y fuimos a la fiesta del coco. Un auténtico paraíso en el que encontré un café igualito al que hacía mi abuela.

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Fuente: Unsplash

Viajes, aventuras y afectos

En septiembre, nuestro mes, asistimos a las bodas de dos parejas de amigos muy queridos, llenas de amor del bueno. Lo dimos todo. En una, me comí todos los Torontos que encontré y, en la otra, comenzamos abriendo al baile con los novios y no paramos hasta que los llevamos directos a su hotel en la mañana siguiente.

Recibí a mi mamá, mi hermano, y a nuestra querida María Elena, a su llegada del Camino de Santiago. Hicimos un tour precioso por Galicia: Santiago, Playa de Las Catedrales, Coruña y Vigo. El cansancio dio igual. Seguimos caminando, comiendo y disfrutando.

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Fuente: Unsplash

Cosas que pasan

Pude ver a una orquesta sinfónica de expatriados venezolanos en Madrid. Aunque hacía frío nos conectó con nuestra Alma Llanera. Vivimos el primer Gran Amanecer Gaitero en Madrid. Cantamos y bailamos hasta más no poder brindando por el año viejo… y por lo que vendrá.

Estuve dos veces en urgencias este año. Descubrí que tenía una hernia discal (sí, me hago mayor). Me hicieron mi primera resonancia. Me recuperé bien. Sobreviviré.

Estuve también en dos karaokes. Uno de ellos terminó en arepas a las 5 de la mañana. Bien.

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Fuente: Savoir Faire

El trabajo

Así como lo de Venezuela, este año fui a una entrevista de trabajo que no funcionó. Me quedo con que al menos fui. En 2020 me gustaría ir a más.

Cerré con éxito mis proyectos y pude trabajar un día con Emmanuel, mi amigo del colegio. Una maravilla.

Trabajé mucho pero mucho mejor. 2019 me dio la oportunidad de organizarme mejor y de afianzarme como Autónoma. No sé si es el fin de una etapa que me ha dado bastante o si marca solo una transición pero igualmente ha sido genial poder reconciliarme con el trabajo y encontrar mejores maneras de hacerlo. Adelanté mucho trabajo, cumplí con todo y no tuve que correr demasiado. Varios proyectos no salieron adelante pero de todo aprendí.

Tuve menos trabajo en esta segunda parte del año, así que me cuestioné mucho sobre lo que quiero hacer y cómo quiero seguir mi camino profesional. Ha sido un año de muchas revelaciones en este ámbito y es necesario tomar nuevas decisiones. Me estoy preparando para hacerlo.

Volví a estudiar y aunque aún tengo pendiente acabar mi curso, siempre está bien reencontrarme con esa galla que soy.

El tema económico fue complicado como siempre. Eso ya ni lo cuento. Me parece que es una de esas cosas propias de la edad adulta por las que todos pasamos. Hubo avances y preocupaciones también. Como parar no es opción, toca seguir adelante y buscar nuevas formas.

Tener pocos proyectos este último trimestre me ha dejado menos dinero pero mucha más felicidad. He podido disfrutar y prepararme (creo) para lo que viene.

Mi año 2019

En general

Este año fui muy disciplinada y pude cosechar los frutos. He cambiado de opinión respecto a todo muchas veces… Y espero seguir haciéndolo. Soy cada vez más consciente de mis debilidades pero también de mis puntos fuertes. Este año quiero brillar más y mejor. Quiero usar mi flexibilidad natural para darle forma y encontrar formas creativas de hacerlo. Quiero que el agua sea mi fortaleza. Quiero desarrollar más y mejor mi ingenio y mis talentos. Quiero que fluya y que me transforme.

Estoy en mi mejor momento tanto para equivocarme como para lograrlo.

Sigo teniendo las mismas ganas de comerme el mundo, solo que de otra manera. Sigo estando rodeada de amor y plena en salud, así que no hay límites para intentarlo. De aquí en adelante todo lo que me invente serán excusas y eso no sería justo. Estoy cada día más agradecida y valorando más cada minuto de vida.

2019, empezaste duro pero me diste muchísimo. GRACIAS por tanto. Te debo mucho y quiero pagarte las deudas que aún tenemos pendientes en los próximos años.

2020, estoy lista. Me levantaré más temprano y trabajaré desde el día 01 para acercarme más a la vida que quiero tener en los próximos años… Aunque, si me preguntan, diré que se parece bastante a la que tengo ahora. Solo tenemos que ajustar unos detalles.

Y aunque no esté solo en mis manos, si puedo pedir algún deseo más, lo pediré por Venezuela y por tanta gente que sufre.

¡Feliz año!

v

 

 

 

 

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